martes, 5 de marzo de 2019

Dilema


Simple-Mente
Beatriz E. Alvarez Barrón


El único dilema es unirte o separarte;
sentir amor o sentir miedo.
Separarte y sentir miedo
son decisiones del ego.
Para amar necesitas ser guiada
por el Espíritu Santo.
Miguel Ángel Olguín

Los discursos de odio que se escuchan dentro de la familia, en la calle y en las redes sociales nos dan una idea de la gran necesidad que se tiene en el mundo de sustituir el odio y el miedo por el perdón y el amor.

Los líderes que representan un gobierno, una institución o un grupo social cada día están hablando al mundo entero de hacer cambios. Más inclusión y tolerancia de las diferencias, cualquiera que esta sea.

Algunas de las preguntas que me hacen en la consultoría: ¿Cómo salgo de la depresión? ¿Qué tengo que hacer para poder perdonar y perdonarme? ¿Cómo dejo de juzgar y de señalar al otro? ¿Qué hago para vivir feliz? ¿Cómo me quito el miedo? todas ellas tienen la misma respuesta; a través del amor.

La práctica de solo escuchar con interés lo que nos dice otra persona, es un acto de amor y respeto. Le estamos mandando un mensaje de que nos importa lo que siente, lo que piensa y esto le hace sentir comprendida y amada.

Interesarse por el propio bienestar  sin comprender que la prosperidad de los demás repercute en la propia felicidad, hace que la persona se enferme y se sienta infeliz. Pero no se da cuenta que sus problemas quedarían solucionados si aceptara y amara a las personas que parece que le complican la existencia.

Hay ciertas conductas de “resistencia” para curarse de la mente y del cuerpo. Una de ellas es la victimización, que consiste en culpar a otros de lo que le sucede a la persona y no quiere salir de su lugar de “victima”, no quiere dejar de sacrificarse por los demás.
Esto le trae beneficios o ganancias secundarias que le permiten mantener control sobre si misma al justificarse, al no hacerse responsable y señalar al otro porque no le resuelve su enfermedad, su carencia y su sufrimiento.

La segunda resistencia se refiere a la conducta complaciente, esa persona que dice sí a todo y es incapaz de negarse y dar a conocer su pensar y su sentir verdadero. Da todo lo que “imagina” que el otro quiere o necesita y luego se siente frustrada porque no la corresponden como esperaba.

Otra resistencia es la indiferencia, borrar con el olvido todo lo que no le gusta, lo que la hace sentir que no la aceptan. Si no se siente amada entonces se refugia en el alejamiento. La percepción de no sentirse aceptada como persona trae como resultado una falsa felicidad que desata enfermedad y sentimientos ocultos de soledad.

Las acciones concretas que se pueden seguir para unirse en el amor y dejar de sentir miedo; implican un proceso, una secuencia. Lo primero sería darse cuenta que la forma de pensar hay que cambiarla, que si cambian los pensamientos cambia lo que se ve (la proyección).

El trabajo principal es con el ego, con el Yo. Aprender a reconocer cuándo se está actuando con el ego y cambiar por la visión del perdón, el amor y la verdad.

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