Simple-Mente
Beatriz E. Alvarez Barrón
El único dilema es unirte o separarte;
sentir amor o sentir miedo.
Separarte y sentir miedo
son decisiones del ego.
Para amar necesitas ser guiada
por el Espíritu Santo.
Miguel Ángel Olguín
Los
discursos de odio que se escuchan dentro de la familia, en la calle y en las
redes sociales nos dan una idea de la gran necesidad que se tiene en el mundo de
sustituir el odio y el miedo por el perdón y el amor.
Los
líderes que representan un gobierno, una institución o un grupo social cada día
están hablando al mundo entero de hacer cambios. Más inclusión y tolerancia de
las diferencias, cualquiera que esta sea.
Algunas
de las preguntas que me hacen en la consultoría: ¿Cómo salgo de la depresión?
¿Qué tengo que hacer para poder perdonar y perdonarme? ¿Cómo dejo de juzgar y
de señalar al otro? ¿Qué hago para vivir feliz? ¿Cómo me quito el miedo? todas
ellas tienen la misma respuesta; a través del amor.
La
práctica de solo escuchar con interés lo que nos dice otra persona, es un acto
de amor y respeto. Le estamos mandando un mensaje de que nos importa lo que
siente, lo que piensa y esto le hace sentir comprendida y amada.
Interesarse
por el propio bienestar sin comprender que
la prosperidad de los demás repercute en la propia felicidad, hace que la
persona se enferme y se sienta infeliz. Pero no se da cuenta que sus problemas
quedarían solucionados si aceptara y amara a las personas que parece que le
complican la existencia.
Hay
ciertas conductas de “resistencia” para curarse de la mente y del cuerpo. Una
de ellas es la victimización, que consiste en culpar a otros de lo que le sucede
a la persona y no quiere salir de su lugar de “victima”, no quiere dejar de
sacrificarse por los demás.
Esto
le trae beneficios o ganancias secundarias que le permiten mantener control
sobre si misma al justificarse, al no hacerse responsable y señalar al otro
porque no le resuelve su enfermedad, su carencia y su sufrimiento.
La
segunda resistencia se refiere a la conducta complaciente, esa persona que dice
sí a todo y es incapaz de negarse y dar a conocer su pensar y su sentir
verdadero. Da todo lo que “imagina” que el otro quiere o necesita y luego se
siente frustrada porque no la corresponden como esperaba.
Otra
resistencia es la indiferencia, borrar con el olvido todo lo que no le gusta,
lo que la hace sentir que no la aceptan. Si no se siente amada entonces se
refugia en el alejamiento. La percepción de no sentirse aceptada como persona
trae como resultado una falsa felicidad que desata enfermedad y sentimientos
ocultos de soledad.
Las
acciones concretas que se pueden seguir para unirse en el amor y dejar de
sentir miedo; implican un proceso, una secuencia. Lo primero sería darse cuenta
que la forma de pensar hay que cambiarla, que si cambian los pensamientos
cambia lo que se ve (la proyección).
El
trabajo principal es con el ego, con el Yo. Aprender a reconocer cuándo se está
actuando con el ego y cambiar por la visión del perdón, el amor y la verdad.
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