Simple-Mente
Beatriz E. Alvarez Barrón
“La única cosa
realmente valiosa es la intuición”
Albert Einstein
Desde niños percibimos de
inmediato lo que sucede a nuestro alrededor sin “filtro” del razonamiento. Se
ha dicho que la intuición es el lenguaje del alma, es la experiencia
inconsciente preparada para ayudarnos a tomar decisiones.
La palabra intuición (del
latín intuitio, «mirar hacia dentro» o «contemplar») es un concepto de la
Teoría del conocimiento. En la mitología griega , Casandra era hija
de Hécuba y Príamo ,
reyes de Troya .
Casandra fue sacerdotisa de Apolo , con quien pactó, a cambio de un encuentro carnal, la
concesión del don de la profecía
.
Sin embargo, cuando accedió
a los arcanos de la adivinación, Casandra rechazó el amor del dios; este,
viéndose traicionado, la maldijo escupiéndole en la boca: seguiría teniendo su
don (ver el futuro), pero nadie creería jamás en sus pronósticos. Fue
vidente de tristes augurios.
Este mito griego nos
aproxima a dos formas diferentes de discernimiento: El del intelecto racional y
el de la visión intuitiva, el hemisferio derecho y el hemisferio izquierdo, la
mente y el instinto, el conocimiento consciente y la experiencia inconsciente,
el ego y la orientación del alma.
El «síndrome de Casandra»
(término usado en psicología, política y ciencia) nombrado por el filósofo
francés Gaston Bachelard en 1949, es un concepto ficticio usado para describir
a quien cree que puede ver el futuro, pero no puede hacer nada por evitarlo.
Por ejemplo, en la película Doce Monos la
Doctora Kathryn Railly investiga este síndrome y a quienes lo sufren.
En mi experiencia como
psicoterapeuta me encuentro con personas que se “separan” de su intuición por
miedo, miedo a percibir por la lógica o por inspiración divina, lo que va a
suceder. Prefieren dejarse llevar por el razonamiento. Las consecuencias en
ocasiones son irreparables: “si hubiera hecho caso a mi intuición esto no
habría sucedido…” La balanza interior se inclina hacia un lado y la razón se dirige
hacia el otro.
En un mundo invadido por la
tecnología, la intuición se ve relegada, inutilizada. Platicaba con mi hijo
primogénito acerca de la facilidad que se tiene actualmente para obtener
información: Google, Waze… tenemos aplicaciones y servidores que piensan por
nosotros. Esto limita el uso de la capacidad de analizar y tomar decisiones
propias guiadas por la intuición, que no se equivoca.
¿Cómo podemos de adultos volver
a conectar con nuestra intuición y
confiar en nosotros mismos? Para desarrollar la inteligencia intuitiva hay que
tener una filosofía de vida que incluya la práctica de la meditación, te “reúne”
nuevamente con tu sabiduría interior.
Ser más receptivo al mundo interior, a la voz
interior que en segundos sabe percibir los peligros y tomar el mejor rumbo. Que
la intuición sea tu estrategia diaria para tomar decisiones cotidianas, y a
pesar de que tu razonamiento no esté de acuerdo con tu “corazonada”, hazle caso
a tu intuición.
terapiabreveconbeatriz@gmail.com
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